18 mar 2016

Reflexiones sobre la "3ª edad"




Estatua Abuelos de Burgos (Wikipedia)


Normalmente, cuando pensamos en la tercera edad, al menos yo, siempre he creído que debía coincidir cuando una persona cumple los sesenta y cinco años, más o menos. Quizá sea por el tema de la jubilación laboral que en España, hasta ahora, ha sido esa edad.
Ahora, con la crisis, la han aumentado a sesenta y siete, aunque gradualmente, dependiendo de los años de cotización. Con la crisis, también están endureciendo, las prejubilaciones y las bajas correspondientes a pensiones por invalidez permanente. En los medios de comunicación, se habla del peligro a que desaparezcan o que tengan que reducirlas.
Volviendo a mi idea inicial de la tercera edad, yo ya he llegado, pero como pasa en todas las etapas de nuestra vida, uno no se entera. Las vamos pasando, pero no nos enteramos. Nos vemos iguales a la anterior.
Esto se debe a que con el tema de la edad, pasa como con las crisis, no hay rayas rojas. Los que nos vemos a nosotros mismos todos los días, no notamos en la piel la huella inexorable que nos deja el tiempo, hora a hora, día a día, mes a mes, año a año....
Cuando uno tiene treinta, cuarenta años... Esa época, la mejor para mí sin duda, estás en plenas facultades físicas y mentales. Te ves capaz de "comerte el mundo". ¡Pero no! finalmente, "el mundo te come a ti".
Si con esa edad, hubiéramos mirado atrás, tal como lo hacemos ahora con sesenta y cinco años, tal vez a los hijos que en ese momento eran niños o adolescentes, no les hubiéramos malcriado ni complacido tanto como hicimos entonces. Solo digo, (tal vez???).
A los jóvenes de dieciocho o veinte años, los veíamos como inútiles y faltos de iniciativa. No teníamos tiempo de analizar ¿porqué eran así?
¡Mirar atrás, no es lo mismo cuando subes, que cuando bajas!!
También la vida de cada uno, debe condicionar y hasta colectivamente, las situaciones y los fracasos o éxitos, hacen que la perspectiva de nuestra mirada atrás, sea diferente.
Una cosa que considero importante señalar en esa mirada atrás o valoración de lo pasado, es la constatación de la fragilidad y rapidez con la que pueden cambiar las cosas a peor y la impotencia que sentimos al comprobar como sucede eso. Cuesta tanto ver como se derrumba, lo que tanto esfuerzo y años de sacrificio has dedicado, para que en dos o tres años, todo se venga abajo y todas las ilusiones, se queden en nada. Presiento que nuestros hijos, vivirán sus vidas como las de nuestros padres. Posiblemente, la historia se repita antes de lo previsto. Ojalá me equivoque!

Nosotros, poco podemos hacer para evitar que eso ocurra.

Julián Lucena.

Regalo, fiesta de jubilación