23 may 2011

La Zorra y el Grajo.














Sant Feliu de Guíxols, 20 de Agosto de 2009.
Julián Lucena Fuentes.

La Zorra y el Grajo.

Este cuento es andaluz y me lo contaban mis abuelos de Tózar, cuando yo era pequeño.

Había en el campo una pareja de animales muy diferentes entre sí, que siempre andaban a la greña y se movían en ambientes diferentes, pues uno era un cuervo negro (grajo), y la otra una zorra que estaba coja y se movía con dificultad, por lo que el agenciarse la comida del día le costaba un montón, así que tenia que ingeniárselas como podía para sacar un bocado de algo.

Un día, el grajo vio a unos gañanes que estaban arando unos campos y debajo de una encina, uno de ellos se había dejado la capacha abierta con la comida a la vista. El grajo se lanzó en picado y se llevó un trozo de queso con el pico, echando a volar, antes de que el gañán pudiera hacer nada para evitarlo.




La zorra que vio la escena desde un montículo cercano, se propuso quitarle el queso al grajo. Cuando pasó por encima de ella, sin saludarla con sorna, como hacía siempre, esta le preguntó.- “Compae grajico, que lleva Ud. en el pico?”. El grajo que estaba comiendo y no podía hablar, ni le contestó. Entonces la zorra, volvió a insistir.- “Compae grajico, que lleva Ud. en el pico?” Entonces el grajo, entreabriendo un poco el pico, le intentó contestar por lo bajini.- “Quesisoooo…”. Cuando la zorra vio que el grajo no podía hablar porque se le caería el queso, pensó, - Esta es la mía, ese queso me lo zampo yo!, así que insistió de nuevo.- “Compae grajico, que lleva Ud. en el pico?”. El grajo volvió a repetirle otra vez la respuesta con dificultad.- “Quesisoooo…”. La zorra le insistió de nuevo.- “pero compae grajico, di queso claro”. Entonces el grajico dijo.- “Queso…, “. Abrió el pico y el trozo queso se le escapó, cayendo hacia donde estaba la zorra, que solo tuvo que abrir la boca y ni siquiera llegó al suelo.
El grajo se fue volando y pensando para sus adentros, esta me las pagarás, Comae Zorrica!.
 

Para cumplir su promesa, un día de domingo por la mañana se levantó el grajo, se acicaló sus plumas negras, se limpió el pico y se lo retocó en tonos blancos por las comisuras y displicentemente, se dejó ver por dónde estaba la zorra que en cuanto lo vio tan elegante, le pudo la curiosidad y le preguntó, -“Compae grajico, ande va Ud. tan bonico?”. –“A la boa del gallo Quirico que se casa hoy y nos ha invitao a to los animales del bosque. Ud. no viene?”. –Que raro?, a mí no mainvitao!, donde es la boa esa?. Le preguntó la zorra toda intrigada. – “En el cielo, y madicho que habrá comia pa tos, en abundancia!”.Le contestó el grajo. –“¿Y eso es mulejos?, porque yo estoy coja y no puedo correr apenas”. –“Ve Ud. la nube aquella del cerro?, pues detrás, está el cielo!”. –Uy, yo no podré ir, además no tengo nada que ponerme, solo un abrigo de piel de zorro que me dejó mi marido cuando me dejó porque me quedé coja”. Y pensando para sus adentros, murmuró. –“El musinvergüensa, me dejó por aquella zorra joven.”. ¿Donde habré puesto yo el abrigo aquel?. El grajo que no perdía detalle del comportamiento de su adversaria, advirtió rápido su desasosiego e interés. Entonces le propuso. –“Si quiere, yo le podría llevar en mis espaldas, y llegaríamos en un momento volando?. –“Voy a ver si encuentro aquel abrigo y me acicalo un poco, ¡que bueno es Ud. conmigo compae grajico!!”.
En unos minutos, se puso la zorra como un pincel, con su abrigo de piel de zorro, los labios pintados y los ojillos brillantes de emoción, pues nunca había asistido a un evento tan importante y además le esperaba un buen banquete, que dadas sus circunstancias, le vendría de perlas para quitarse el hambre que arrastraba de tiempo. Eso sí, volar le daba pánico, pero confiaba en el grajo, al que veía hacer piruetas en el aire que le daban envidia, por lo bien que lo hacía. Entonces el grajo, como si le hubiera leído el pensamiento, bajó en picado verticalmente a toda velocidad y aun metro del suelo, abrió las alas y se paró suavemente encima de una piedra que acababa al borde de un precipicio. Orgulloso y arrogante, le dijo a la zorra: -“Vamos comae zorrica, sube a mi lomo, que llegaremos tarde”. La zorra temblando de miedo se atrevió a replicar. –“¿Porqué se ha puesto Ud. en esa piedra, si sabe que tengo vértigo?”. –“Lo hago para arrancar a volar bien, pues con tanto peso, necesito salir al vacio para remontar poco a poco”. La zorra pareció entender el razonamiento del grajo, pero no se quedó tranquila. Se acomodó encima del lomo del grajo, se agarró fuertemente a su cuello y cerró los ojos temblando. El grajo que notaba como temblaba la zorra, y con la voz en un hilo, le dijo: -“¡Pero comae zorrica, no me apriete tanto el cuello, que me va a ahogaaa...r!!.”. La zorra aflojó la presión de sus miembros delanteros, pero no abrió los ojos, temiéndose lo peor.
Por fin, salieron volando, y aunque en principio bajaron un poco, pronto el grajo empezó a remontar y fue subiendo y subiendo, dando vueltas y la tierra se fue quedando cada vez más abajo. A todo esto, la zorra aún no abría los ojos y continuaba temblando, entonces el grajo se dirigió a la zorra y le dijo: -“Vamos, no sea Ud. miedica, abra los ojos y verá que vista tan bonica se ve desde aquí!”. La zorra empezó entreabriendo un ojo y luego el otro. Se quedó maravillada de lo que veía, hasta dejó de temblar. El grajo volaba y subía.. y subía…y subía. Luego le dijo: –“Comae zorrica, ¿ve Ud. el suelo?”. La zorra le contestó: –“Si, atoavía lo veo!!”. El grajo continuó volando y subiendo, subía, subía, y subía…., Luego le preguntó otra vez: –“Comae zorrica, ¿ve Ud. el suelo?”. –“Si, atoavía lo veo!!”. Continuaron volando, y subía, subía, subía…. Y el grajo le volvió a preguntar: –“Comae zorrica, ¿ve Ud. el suelo?”. La zorra, que iba ganando confianza, sacó una mano del cuello del grajo, se la puso a modo de visera, en la frente y le contestó al grajo: –“Atovia lo veo un poco!”. El grajo continuó volando y subiendo, subía, subía, y subía…., al poco rato, le volvió a preguntar a la zorra: –“Comae zorrica, ¿ve Ud. el suelo?”. La zorra que ya estaba confiada del todo y se había soltado del cuello del grajo, le respondió contenta: –“¡Compae grajico, ya no lo veo!!”. Entonces el grajo, mirándola de reojo y sonriendo por el otro lado del pico, le dijo: –“Pues prepárese, que vamos a hacer una pirueta!!”. Dicho y hecho, se dio la vuelta y la zorra, con los ojos como platos, empezó a caer, escuchando a su contrincante como le decía riéndose. –“Adiós comae zorrica, ya no me quitarás mas el queso!!!.
La zorra caía, y caía en picado, viendo como se acercaba la tierra y empezó a decir horrorizada: -“Apártate peñón que te parto!, Apártate peñón que te parto!, Apártate peñón que te parto!...,” y ¡ Chafff!!!. Ni el Peñón se apartó, ni se partió, pero la pobre zorra quedó hecha añicos!!!!.

Pasó un tiempo!._ En el lugar había un chico que era pastor y guardaba las cabras y ovejas y con su navaja, hacía cosas con troncos de madera, como tallas de muñecos, animales, instrumentos, etc.
Al pasar por donde cayó la zorra, se encontró un hueso largo y con su navaja, hizo una flauta. Cuando la tubo terminada, empezó a tocar y del nuevo instrumento, surgió una melodía que más o menos decía así: -“ Apártate peñón que te parto!…. Apártate peñón que te parto!….. Y colorín colorao! Este cuento sacabao!….