13 jun 2011

Oficios raros. (de mi diario)

                                     29 de Abril de 2009

Hoy no voy a escribir en este diario las cosas que escribo normalmente.
El otro día en la recuperación de gimnasia, yo pensaba que hay cosas y recuerdos de nuestra niñez, que no se deberían olvidar, pero que ya quedan muy lejos y es posible que desaparezcan y también que antes eran normales y ahora son impensables.
Por ejemplo: Oficios raros,
- Lañadores de lebrillos de cerámica:
Venían por los pueblos con una bicicleta o una burra…traían sus herramientas especiales y hacían varias cosas más.
Su cancioncilla con la que se anunciaban, era más o menos así: “Se lañan los lebrillos y tinajas, se componen los paraguas, se arreglan colchones de muelles!!!....” Estos pregones, tenían su entonación característica. Si algún vecino tenía algún problema de estos, lo llamaban y ellos sacaban su caja de herramientas, echaban mano de su berbiquí, que era como un taladro de ahora, pero manual y muy rudimentario, porque el berbiquí autentico, aunque también es manual, se parece más a una manivela. El que ellos llevaban, estaba formado por un palo o hierro que tenía una piedra redonda que hacía de volante hacia el centro del mismo, en un extremo llevaba atadas dos cuerdas que también estaban atadas al perímetro de la piedra redonda, con unos movimientos de presión sobre las cuerdas, la piedra giraba unas vueltas hacia la derecha y otras hacia la izquierda. En el otro extremo del palo o hierro, se colocaba un clavo o punzón que hacía las veces de broca. Yo no recuerdo muy bien el artefacto, pero que era una reliquia de la tecnología rupestre por lo menos, eso es seguro. Cuando el vecino en cuestión sacaba una cazuela de cerámica que se estaba resquebrajando, le hacían varios agujeros a un lado y otro de la fisura, le colocaban una laña, (grapa) de alambre cogida con un material tipo cola que tampoco se cual era y la cazuela, o lebrillo, o tinaja podían continuar dando su servicio un tiempo más por poco dinero. Hoy en día, con todo esto del reciclaje, sostenibilidad, etc. sería la leche!. Aún más, sería que te arreglen un paraguas roto o un colchón de muelles.
-Vendedores de quesos de la Mancha:
Llevaban unas medias batas negras, con bestias traían los quesos manchegos de diferentes clases.
-Los típicos afiladores:
Aún quedan algunos que de tanto en tanto se oyen con su silbato peculiar característico. Lo curioso de estos era su vehículo adaptado, normalmente una bicicleta con una especie de caballete contrapuesto al porta equipajes que cuando se bajaba hasta el suelo, dejaba la rueda trasera suspendida, salía el motor o mola, se conectaba a la toma de fuerza, se giraba el sillín de la bici, se subía el afilador al revés, como si quisiera volver a Orense y pedaleando, afilaba, cuchillos, tijeras, navajas y lo que hiciera falta.
La mayoría de estos afiladores, eran gallegos y cuando escuchábamos el silbato característico, decíamos: “mañana seguro que llueve”, como en Galicia llueve tanto, se decía que traían el mal tiempo.
Los pocos que quedan ahora, llevan una motocicleta y hacen lo mismo, pero de pié.
-Rego veros:
Eran vendedores ambulantes de huevos, pero llevaban de todo, botones, encajes , medias, agujas y alfileres.
En mi pueblo había uno que venía con una cesta de mimbre grande y cuando las chicas se acercaban y le pedían que les enseñara lo que llevaba, les decía. – “pa que queréis verlo, si eso no sirve pa ná?.
-Vendedores de golosinas:
“El tío de los tortazos”, traía barquillos de galleta de muchos colores, además de caramelos y otras cosas. Los tortazos eran redondos de diferentes tamaños y colores, tenían la textura de las galletas que se ponen en los cortes de helado. En Tózar, cuando lo veíamos venir, decíamos. “Tataratí, el tío los tortazos!!!”.
-Pescaderos y vendedores de almejas:
A mi pueblo venía un viejo con una burra al que le apodaban “Mama Orzas”, una orza es una tinaja.
-Vendedor de telas:
Solía ir con un caballo por los cortijos, con varios bultos de diferentes telas, una vara de madera para medir y a las mujeres del campo les vendía telas para hacer vestidos o pantalones. Mi tío Julio de Loja, estuvo unos años haciendo este oficio.
Otro personaje típico del mundo rural de entonces, era el Maestro de Escuela ambulante, que iba por los cortijos, dando clase a los niños que por lo lejos que estaban las escuelas más próximas o porque en su casa tenían que ayudar en el trabajo, con los animales u otras veces guardando a los hermanos más pequeños, no podían aprender a leer y escribir. Estos maestros no solían tener ni carrera ni nada, solo sabían leer y escribir mejor que la mayoría y se dedicaban a eso. Un hermano de mi padre, estuvo un tiempo haciendo de maestro por Huetor-Tájar y Montefrío. Mi padre también fue allí mismo, panadero ambulante.
Mi tío Luis, que era muy pillo, cuando iba por los cortijos dando clases, el trato era que en la casa que le coincidía la hora de comer, allí se quedaba, pero tenía que comer con los gañanes y mozos, a los que solo les ponían “olla” (cocido), o migas. Si estaba cerca del cortijo, se hacía el remolón y llegaba justo a la hora en que terminaban los jornaleros de comer y así le ponían chorizo, morcilla o huevos fritos, que era lo que comían los dueños.
Estos Maestros del campo tenían apodos muy en consonancia con los personajes que eran. A mi tío Luis le llamaban “El Maestro Chipola”  y a un Maestro que tenía mi hermano Andrés y mi Paquita, en Campo Humano. le llamábamos “Patalante” y solía hacer pleita con esparto o ramales mientras daba la clase a los alumnos. Mi hermano Pepe que era muy pequeño, se burlaba de él diciéndole “patalante, patatrás… patalante, patatrás”.
En otra ocasión, contaré más cosas de estas!!.

¿Qué haremos este domingo?

Relatos breves


-¿QUÉ HAREMOS ESTE DOMINGO?-
Matrimonio que se levanta por la mañana después de una semana, de seis días de trabajo, muy intensa.
El marido le pregunta a la mujer. –Nena, ¿qué vamos a hacer hoy? Ella desperezándose, contesta. – ¡Nada!
- Te propongo una cosa. Le dice el marido, nos sentamos en el sofá y no hacemos absolutamente nada, ni pensar siquiera.  ¡Eso! dice la mujer. – Ponemos la tele y nos pasamos el día viéndola y así no tenemos que pensar nada, pues la mayoría de programas de la TV los hacen para que la gente no piense en otras cosas.
- No, dijo el marido. – No debemos de ver nada, cerramos los ojos y dejamos la mente en blanco. ¿No te acuerdas de las películas de Kung fu? Con la mente en blanco, no consumes ni energía ni nada.
Pasaron el día así y por la noche, cuando se iban a acostar, el marido le comentó a su mujer. – Has visto que gozada de domingo, ha sido como una huelga japonesa pero al revés, esto también es una forma de protestar, ¿te imaginas que cada domingo hiciéramos lo mismo? O mejor aún, piensa lo que sería que una ciudad como Barcelona, todos sus ciudadanos lo hicieran. ¡Sería una bomba!, podríamos ganar el Record Guinnes de no hacer ¡NADA!.
Julián Lucena Fuentes.
12 de Junio de 2011. Evidentemente, domingo.

23 may 2011

La Zorra y el Grajo.














Sant Feliu de Guíxols, 20 de Agosto de 2009.
Julián Lucena Fuentes.

La Zorra y el Grajo.

Este cuento es andaluz y me lo contaban mis abuelos de Tózar, cuando yo era pequeño.

Había en el campo una pareja de animales muy diferentes entre sí, que siempre andaban a la greña y se movían en ambientes diferentes, pues uno era un cuervo negro (grajo), y la otra una zorra que estaba coja y se movía con dificultad, por lo que el agenciarse la comida del día le costaba un montón, así que tenia que ingeniárselas como podía para sacar un bocado de algo.

Un día, el grajo vio a unos gañanes que estaban arando unos campos y debajo de una encina, uno de ellos se había dejado la capacha abierta con la comida a la vista. El grajo se lanzó en picado y se llevó un trozo de queso con el pico, echando a volar, antes de que el gañán pudiera hacer nada para evitarlo.




La zorra que vio la escena desde un montículo cercano, se propuso quitarle el queso al grajo. Cuando pasó por encima de ella, sin saludarla con sorna, como hacía siempre, esta le preguntó.- “Compae grajico, que lleva Ud. en el pico?”. El grajo que estaba comiendo y no podía hablar, ni le contestó. Entonces la zorra, volvió a insistir.- “Compae grajico, que lleva Ud. en el pico?” Entonces el grajo, entreabriendo un poco el pico, le intentó contestar por lo bajini.- “Quesisoooo…”. Cuando la zorra vio que el grajo no podía hablar porque se le caería el queso, pensó, - Esta es la mía, ese queso me lo zampo yo!, así que insistió de nuevo.- “Compae grajico, que lleva Ud. en el pico?”. El grajo volvió a repetirle otra vez la respuesta con dificultad.- “Quesisoooo…”. La zorra le insistió de nuevo.- “pero compae grajico, di queso claro”. Entonces el grajico dijo.- “Queso…, “. Abrió el pico y el trozo queso se le escapó, cayendo hacia donde estaba la zorra, que solo tuvo que abrir la boca y ni siquiera llegó al suelo.
El grajo se fue volando y pensando para sus adentros, esta me las pagarás, Comae Zorrica!.
 

Para cumplir su promesa, un día de domingo por la mañana se levantó el grajo, se acicaló sus plumas negras, se limpió el pico y se lo retocó en tonos blancos por las comisuras y displicentemente, se dejó ver por dónde estaba la zorra que en cuanto lo vio tan elegante, le pudo la curiosidad y le preguntó, -“Compae grajico, ande va Ud. tan bonico?”. –“A la boa del gallo Quirico que se casa hoy y nos ha invitao a to los animales del bosque. Ud. no viene?”. –Que raro?, a mí no mainvitao!, donde es la boa esa?. Le preguntó la zorra toda intrigada. – “En el cielo, y madicho que habrá comia pa tos, en abundancia!”.Le contestó el grajo. –“¿Y eso es mulejos?, porque yo estoy coja y no puedo correr apenas”. –“Ve Ud. la nube aquella del cerro?, pues detrás, está el cielo!”. –Uy, yo no podré ir, además no tengo nada que ponerme, solo un abrigo de piel de zorro que me dejó mi marido cuando me dejó porque me quedé coja”. Y pensando para sus adentros, murmuró. –“El musinvergüensa, me dejó por aquella zorra joven.”. ¿Donde habré puesto yo el abrigo aquel?. El grajo que no perdía detalle del comportamiento de su adversaria, advirtió rápido su desasosiego e interés. Entonces le propuso. –“Si quiere, yo le podría llevar en mis espaldas, y llegaríamos en un momento volando?. –“Voy a ver si encuentro aquel abrigo y me acicalo un poco, ¡que bueno es Ud. conmigo compae grajico!!”.
En unos minutos, se puso la zorra como un pincel, con su abrigo de piel de zorro, los labios pintados y los ojillos brillantes de emoción, pues nunca había asistido a un evento tan importante y además le esperaba un buen banquete, que dadas sus circunstancias, le vendría de perlas para quitarse el hambre que arrastraba de tiempo. Eso sí, volar le daba pánico, pero confiaba en el grajo, al que veía hacer piruetas en el aire que le daban envidia, por lo bien que lo hacía. Entonces el grajo, como si le hubiera leído el pensamiento, bajó en picado verticalmente a toda velocidad y aun metro del suelo, abrió las alas y se paró suavemente encima de una piedra que acababa al borde de un precipicio. Orgulloso y arrogante, le dijo a la zorra: -“Vamos comae zorrica, sube a mi lomo, que llegaremos tarde”. La zorra temblando de miedo se atrevió a replicar. –“¿Porqué se ha puesto Ud. en esa piedra, si sabe que tengo vértigo?”. –“Lo hago para arrancar a volar bien, pues con tanto peso, necesito salir al vacio para remontar poco a poco”. La zorra pareció entender el razonamiento del grajo, pero no se quedó tranquila. Se acomodó encima del lomo del grajo, se agarró fuertemente a su cuello y cerró los ojos temblando. El grajo que notaba como temblaba la zorra, y con la voz en un hilo, le dijo: -“¡Pero comae zorrica, no me apriete tanto el cuello, que me va a ahogaaa...r!!.”. La zorra aflojó la presión de sus miembros delanteros, pero no abrió los ojos, temiéndose lo peor.
Por fin, salieron volando, y aunque en principio bajaron un poco, pronto el grajo empezó a remontar y fue subiendo y subiendo, dando vueltas y la tierra se fue quedando cada vez más abajo. A todo esto, la zorra aún no abría los ojos y continuaba temblando, entonces el grajo se dirigió a la zorra y le dijo: -“Vamos, no sea Ud. miedica, abra los ojos y verá que vista tan bonica se ve desde aquí!”. La zorra empezó entreabriendo un ojo y luego el otro. Se quedó maravillada de lo que veía, hasta dejó de temblar. El grajo volaba y subía.. y subía…y subía. Luego le dijo: –“Comae zorrica, ¿ve Ud. el suelo?”. La zorra le contestó: –“Si, atoavía lo veo!!”. El grajo continuó volando y subiendo, subía, subía, y subía…., Luego le preguntó otra vez: –“Comae zorrica, ¿ve Ud. el suelo?”. –“Si, atoavía lo veo!!”. Continuaron volando, y subía, subía, subía…. Y el grajo le volvió a preguntar: –“Comae zorrica, ¿ve Ud. el suelo?”. La zorra, que iba ganando confianza, sacó una mano del cuello del grajo, se la puso a modo de visera, en la frente y le contestó al grajo: –“Atovia lo veo un poco!”. El grajo continuó volando y subiendo, subía, subía, y subía…., al poco rato, le volvió a preguntar a la zorra: –“Comae zorrica, ¿ve Ud. el suelo?”. La zorra que ya estaba confiada del todo y se había soltado del cuello del grajo, le respondió contenta: –“¡Compae grajico, ya no lo veo!!”. Entonces el grajo, mirándola de reojo y sonriendo por el otro lado del pico, le dijo: –“Pues prepárese, que vamos a hacer una pirueta!!”. Dicho y hecho, se dio la vuelta y la zorra, con los ojos como platos, empezó a caer, escuchando a su contrincante como le decía riéndose. –“Adiós comae zorrica, ya no me quitarás mas el queso!!!.
La zorra caía, y caía en picado, viendo como se acercaba la tierra y empezó a decir horrorizada: -“Apártate peñón que te parto!, Apártate peñón que te parto!, Apártate peñón que te parto!...,” y ¡ Chafff!!!. Ni el Peñón se apartó, ni se partió, pero la pobre zorra quedó hecha añicos!!!!.

Pasó un tiempo!._ En el lugar había un chico que era pastor y guardaba las cabras y ovejas y con su navaja, hacía cosas con troncos de madera, como tallas de muñecos, animales, instrumentos, etc.
Al pasar por donde cayó la zorra, se encontró un hueso largo y con su navaja, hizo una flauta. Cuando la tubo terminada, empezó a tocar y del nuevo instrumento, surgió una melodía que más o menos decía así: -“ Apártate peñón que te parto!…. Apártate peñón que te parto!….. Y colorín colorao! Este cuento sacabao!….